domingo, 2 de agosto de 2015

Max Payne 3 - CRÍTICA

Sí, joder. Ha llegado Max Payne 3. Bueno, llegó hace tres años. Pero qué coño, me lo he comprado ahora. ¿O es que no soy libre de desatar mis inquietudes consumistas con 3 años de retraso? En fin.


El caso es que no hace mucho me volví a hacer miembro Gold de Xbox Live. ¿Me hace eso mejor que los demás poseedores de Xbox 360 ordinarios? Probablemente. ¿Les invitaré amablemente a que me limpien los zapatos para que se den cuenta de lo pobres que son? Seguramente. Compré Max Payne 3 en un arrebato de locura cuando lo vi por 5 euros (qué va, 4,99, si es que os engaño así de fácil) en una de estas ofertas tó guays. Y es que no me resistí porque ese día ya me habían dado gratis el puto Gears of War 3, ¿qué más quería? ¿Una Wii U por Navidad? Bueno, no. Eso no.

La descarga del juego fue lenta, pero la recompensa muy sabrosa. De entrada debo decir que no había jugado ningún videojuego de la saga Max Payne pese a haber leído mucho sobre ella y haber visto incontables vídeos de publicidad cada vez que al maldito expolicía le daba por matar gente. Al iniciar el juego vi que había sido desarrollado por Rockstar; en concreto la división de Vancouver, que se encargó en su momento del genial sandbox de adolescentes malotes Bully. Para qué os voy a engañar, no sabía nada de la saga y me esperaba un sandbox. Pronto me daría cuenta de que para nada era un sandbox, pero eso no sería una decepción. Más bien al contrario.


Me di cuenta en poco tiempo de que me encontraba ante un juego muy bien cuidado y de corte muy cinematográfico, en concreto con constantes referencias al cine negro. Una introducción bestial que me puso en situación en seguida (y lo agradecí enormemente debido a mi ignorancia en la saga) y que adelantaba lo que sería una forma de contar la historia única y con mucha personalidad. No tan sólo eso, sino al personaje en sí también: Max Payne y su caída hasta lo más bajo del ser humano. Una persona con el alma pisoteada y a la que ya no le importa nada más que tener algo de bebida y lamentarse de sus desgracias. Nuestro triste protagonista está demacrado y deprimido, pero es un cabronazo con dos cojones, y de eso nos daremos cuenta muy pronto.

La cinemática introductoria me dejó con la barbilla por los suelos, pero el hecho de que terminara, simplemente, mostrando el menú de juego como si nada… eso, amigos, es ese tipo de sutilezas espectaculares que pueden hacer de un juego bueno un juego memorable. Y vaya si este lo es. Con creces. Sin más preámbulos, comencé mi partida… comencé un viaje a través de todas las emociones que un videojuego puede ofrecerte, servidas con muy buen gusto y sin innecesarios excesos ni carencias. Una verdadera montaña rusa que no pierde de vista en ningún momento lo que promete desde el minuto uno. Ser el equilibrio perfecto entre un juego de acción y un juego con historia profunda y verdaderamente interesante que cree adicción por su propio suspense. Y eso, amigos… eso en estos días es la hostia, y se agradece. Es el propio Max Payne el que nos irá explicando la historia con todo lujo de detalles y con un nivel narrativo excelente. Esto, además, crea un nivel de empatía con el protagonista y estrechamos lazos con el personaje desde fuera de la pantalla al oírlo explicar con su voz y sus palabras lo que está viviendo.



No miento si digo que he trasnochado como un verdadero viciado hasta altas horas de la madrugada sólo para saber qué venía después en la historia. El juego nos pedirá que elijamos dificultad y puntería asistida… no os hagáis los valientes, porque podríais arrepentiros. Max Payne 3 puede ser fácil con puntería asistida y dificultad baja, pero ya en dificultad media y puntería semiasistida nos encontraremos con serios problemas. Eres el puto Max Payne, ese maldito cabrón que nadie tiene huevos a matar, pero no eres Dios. Así que relájate aprendiendo a jugar porque la IA es muy, muy agresiva. Los enemigos de tocarán la moral en más de una ocasión con su insistencia y sus tendencias suicidas. Pero, amigos, esto es lo que hay. Todos quieren matarnos. ¿Es malo que la IA sea tan agresiva? Yo no diría eso. Yo diría que le da un cierto toque de realismo y hace la jugabilidad más interesante, convirtiendo lo que podría ser un simple juego de disparar en un reto atractivo. Porque el sistema de combate está muy cuidado y aporta mucha más leña al fuego de la faceta cinematográfica. En Max Payne 3 utilizaremos constantemente el Bullet Time, un sistema de disparo a cámara lenta que ya habíamos visto tanto en los anteriores juegos de Max Payne (esos que estoy pasándome ahora) como en otros juegos de Rockstar.

Esto podría pecar en los niveles bajo y medio de convertir el juego en un viaje a través del jardín de los disparos en la cabeza, de una forma parecida a como lo hacía el sistema de disparo V.A.T.S. en Fallout 3 y New Vegas. Pero no es posible abusar de este sistema tanto como nos gustaría, está pensado para eso. Simplemente se acaba gastando si no matas. ¡Anda! ¡Un videojuego que te recompensa por matar! Pues sí joder, pero nos encanta.



Durante el juego recorreremos los pasillos en desesperadas búsquedas de analgésicos y coleccionables. Lo primero, como podéis deducir, será nuestra curación. Es bastante interesante el tema de la barra de salud; cuando suba hasta la cabeza nos caeremos con posibilidad de recuperarnos matando a nuestro verdugo si tenemos algún analgésico, y si no lo tenemos pues nos jodemos y morimos. Pero no pasa nada, porque hay puntos de control por todas partes. Lo último que quiere Rockstar es que dejemos el juego por no pasarnos un nivel. Nos recompensará con analgésicos si morimos muy a menudo, y eso está muy bien… nos tienen mimados pero, qué coño, que el propio juego nos anime y ayude a pasar un nivel que se nos resiste… buena jugada, eso me ha gustado. Otras sagas podrían hacer lo mismo… 

Lo segundo serán trozos de armas doradas (y pistas). Si recopilamos todos los trozos dorados de esa arma, cada vez que la cojamos en el juego la veremos dorada. Que sí, que está muy guapo eso. Pero eventualmente son coleccionables para desbloquear algunas opciones, armas, tanto para modo un jugador como para multijugador. Al principio me daba un poco igual, pero al final acabé dándole la vuelta a todos los escenarios por capricho. Algunos dicen que esto le quita ritmo al juego. La verdad es que a mí me parece muy acertado poner coleccionables y recolección de pistas a través de los niveles, lo convierte en una experiencia más rejugable y sin duda alarga la vida del juego. Que no cunda el pánico; no nos aburriremos buscando mierdecillas a cada paso. O igual sí, si lo que queremos es un logro muy específico.


El sistema de coberturas no está al nivel de Gears of War, pero no es lo que busca. Simplemente está muy bien y cumple con su cometido añadiendo tintes propios como volteretas o saltos a cámara lenta disparando al salir de la cobertura, cosa que podemos hacer también mientras caminamos, claro está. Podremos usar dos armas de una mano juntas o por separado, o bien una arma de dos manos. Las armas no son mejorables ni hay ningún progreso más que puras estadísticas. También cabe mencionar que muchas veces se moverá la cámara al matar al último enemigo de una zona, por ejemplo. Eso lo hace más épico. Y es por esa epicidad que la jugabilidad de Max Payne 3 la convierte en un videojuego doblemente adictivo; tanto por su historia como por su jugabilidad.

Bueno, y en el apartado gráfico, qué voy a decir que no hayáis visto ya… Han pasado tres años desde su salida y estamos entrando en la nueva generación, pero veo que al motor de Rockstar para esta séptima generación, RAGE, le va a costar mucho envejecer, porque a nivel gráfico está increíble y los detalles atmosféricos son brutales. Lo dicho, una puñetera película. A nivel de detalle facial nos recordará, con toda seguridad, a GTA V o Red Dead Redemption. Y con razón porque comparten el motor, qué coño, son juegos de la misma compañía. Max Payne 3 adquiere el logro de aprovecharlo explícitamente para introducirnos ya del todo en cada situación que nos plantea el elaboradísimo guión. Es que el capítulo en el que nos vamos al cementerio a modo de flashback… increíble ver la nieve caer.



Además, el juego nos deleitará muy a menudo con impresionantes transiciones de cinemática al juego directamente, con juegos de cámara muy bien cuidados y una epicidad de dimensiones colosales. Se trata de un juego muy realista visualmente y que, además, gracias al excelente motor del que hace uso, podemos aprovecharnos del propio escenario ya que tiene las físicas muy desarrolladas. Esto nos permitirá, entre otras cosas, romper ventanas para conseguir coberturas o disparar a columnas para eliminar las de los enemigos.

Lo último que me cabe por mencionar es la interesantísima banda sonora de la que hace uso Max Payne 3. Se trata de una serie de temas del estilo electrónico ambiental que le sientan muy bien al desarrollo de los niveles y de las cinemáticas. Encaja perfectamente con el estilo del juego y es sin duda un aliciente más cuando tenemos el mando entre las manos. Estoy, casi, por comprar el CD físico con la banda sonora porque la he estado escuchando por mi cuenta y la verdad es que está muy bien. Un genial trabajo, como no podía ser menos.

Y hasta aquí hemos llegado con esta crítica a Max Payne 3. Por hacer un resumen final, diría que es uno de esos pocos juegos que me ha conseguido enganchar de tal manera que no lo he soltado hasta acabarlo en menos de tres días por ser tan increíblemente atractivo en todos los sentidos. Un juego sobresaliente. ¿Una nota? ¿Un número? 9,5. Espectacular.

Gracias por haberme leído, si os ha gustado compartid, suscribíos y todo eso, cabrones.

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